Nos unimos a la exigencia de que se castigue al agresor.
Domingo 23 de julio de 2006
Carlos Yéffim Fong R.
Ayer, sábado 22 de julio del 2006 por la tarde, después de llegar de una junta del Frente Social Fronterizo y cuando me disponía a ir a la junta de La Otra Campaña en la frontera. Me topé a unos vecinos que por lo regular están en la calle divirtiéndose afuera de sus carros lujosos, saludé a uno de ellos como de costumbre: “¿qué tal?” y otro de los sujetos que ahí estaban grito: “¿Por qué saludas a ese pinché gordo marihuano pendejo?”
Por un momento me sorprendí ya que no tengo ningún contacto con ellos más que el saludo, voltee la cabeza para comprobar si se referían a mí y el tipo avanzó gritándome: “¿No te gustó? ¿No te gustó, gordo pendejo?” confiado en que los vecinos lo iban a detener esperé a ver de qué se trataba, pero al ver que todo mundo se quedó observando que me insultara, subí la guardia cuando vi que era inminente que iba a golpearme, un tipo fuerte y más joven que yo.
Me golpeó con saña varias veces reventándome la ceja y abollándome varias veces la cabeza, nadie, intervino todos los vecinos se quedaron viendo cómo este júnior se desquitaba conmigo. Cuando me soltó corrí hacia la casa, ahí le dije a mi prima que le hablara a la policía, ésta llegó en diez minutos, al salir de la casa a recibir a la policía el júnior seguía gritándome que “me daba otra”, cuando la policía le dijo que no estuviera amenazando el sujeto se burló “ma’ que la chingada”. Los policías le preguntaron que dónde vivía y prepotentemente grito: “vivo en Haciendas de Nogales, cerca del Campestre” fraccionamiento muy exclusivo donde viven varios narcotraficantes. En ese momento uno de los policías lo apartó de mí, mientras seguía con actitud burlona como si hubiera hecho una gracia, los otros policías me preguntaban si iba a levantar denuncia ante el juez, en ese momento misteriosamente el agresor salio corriendo y se metió a una casa supuestamente de sus parientes. La policía dijo que ya adentro de la casa no podía hacer nada y que debía ir a averiguaciones previas a levantar la denuncia, la policía prometió que iba a estar patrullando y que aprendería al agresor en cuanto saliera de la casa cosa que no ha sucedido.
Este es un claro caso de ataque de odio, resulta que a este joven prepotente no le gusta que yo camine por lo que considera su calle y mucho menos que salude a sus amigos, mis vecinos. Cree que soy marihuano sólo porque uso pelo revuelto, barba y visto de manera pobre, ellos, que seguido se drogan con cocaína creen estar en un status superior a mí.
He recibido varias muestras de solidaridad que agradezco infinitamente, mañana lunes a las diez de la mañana hablaré con la subprocuradora de justicia donde expondré el caso, pero la verdad no creo que la justicia haga mucho, este caso de las prepotencias de los júnior de la clase empresarial criminal de Ciudad Juárez es ampliamente conocido que es tolerado por las autoridades. Pero yo me resisto a vivir con terror a no poder caminar por la calle, yo no soy rico, no puedo cambiar de domicilio tan fácilmente, quisiera que me dieran ideas de cómo me puedo defender