jueves, noviembre 16, 2006


LO QUE VIENE
Tomàs Oropeza B.
Vicente Fox pasará a la historia como el protagonista de un fiasco histórico: el de la imposibilidad de la democracia burguesa representativa en el México neoliberal y subdesarrollado.
Al concluir su desmedrado sexenio se manchó las manos con la sangre de los oaxaqueños por defender al gobernador de Oaxaca, el priísta Ulises Ruiz Ortiz y ha impuesto una ocupación militar de esa entidad en donde la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) sigue resistiendo y acrecentando su movimiento.
Ya antes había reprimido a los campesinos de San Salvador Atenco y a los metalúrgicos de Las Truchas, en el puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán. Con un saldo de varias víctimas mortales en ambos casos.
En los próximos seis años México tendrá dos presidentes. El que ganó las elecciones y se considera legítimo y el impostor, mientras no sea derrocado.
Será escenario también de la lucha de resistencia del movimiento encabezado por López Obrador, el presidente legitimo, para los millones que creen en él, y también de la lucha de resistencia anticapitalista de La Otra Campaña del EZLN y cientos de grupúsculos, colectivos, individuos y comunidades que se han sumado a ese movimiento encabezado hasta ahora por el sub comandante Marcos.
El movimiento obrero también ha comenzado a hacerse presente en los días recientes al plantear la necesidad de luchar por una recuperación del salario y para evitar la privatización del petróleo, electricidad, educación pública y salud por los neoliberales cuya cabeza será el búfalo Agustín Carstens, un ex funcionario del Fondo Monetario Internacional que dirigirá el gabinete económico de Calderón.
Pese al charrismo de los líderes sindicales, al proletariado y en general a los trabajadores no les quedará más alternativa que defender lo poco que les queda y buscar mejorar su situación.
Para el Fecal habrá también resistencia armada y guerrillera, tal como lo han anunciado reiteradamente varias agrupaciones político militares de vieja y reciente aparición. Muchas de ellas con décadas de existencia en los subterráneos de la clandestinidad, como el EPR, y el ERPI.
Al terminar su mandato Fox deja al país con un crecimiento promedio menor al 3 % anual. Una tasa de desempleo mayor al 3.5 %; una economía estancada y la perspectiva de que el año próximo empeorará debido a la desaceleración de la economía estadounidense.
Además, con la destrucción de miles de empresas en la industria y la agricultura a consecuencia del avance del Tratado de Libre Comercio, el país ha incrementado su subordinación a Estados Unidos en lo político, económico y militar.
Fox le hereda al panista Felipe Calderón Hinojosa (Fecal) no una despostillada silla presidencial, sino un barril de pólvora que puede estallarle bajo el trasero en cualquier momento.
La debilidad política de Calderón difícilmente podrá ser remontada, pues el fraude electoral con el que será impuesto el 1 de diciembre lo perseguirá durante el tiempo que permanezca en Los Pinos.
No se debe olvidar que según las maquilladas cifras del Instituto Federal Electoral (IFE) de los 70 millones de mexicanos empadronados, sólo votaron 40 millones y menos de 15 millones (22%) lo hizo por el candidato de Fox. En tanto que su rival, Andrés Manuel López Obrador, alcanzó o superó (nunca se sabrá a ciencia cierta) esa cantidad de sufragios, por lo que la supuesta diferencia entre Fecal y el Peje fue de medio punto porcentual.
Los años que vienen serán de una intensa lucha de clases para el pueblo mexicano. Dos son los proyectos de nación: el de la burguesía, bajo cualquiera de sus variantes y el de la clase trabajadora que para ser tal deberá ser comunista y pasar por una revolución social.