lunes, julio 20, 2009
DESPUES DEL 5 DE JULIO
Tomás Oropeza Berumen
No puede hacerse borrón y cuenta nueva el resultado de las elecciones del pasado 5 de julio, donde perdió el PAN-gobierno y quedó evidenciado que más del 60 por ciento de los empadronados rechazaron el proceso para darle visos de legitimidad al régimen de facto encabezado por Felipe Calderón.
El triunfo de carro completo del PRI, con una votación menor al 17 por ciento de un padrón de 77 millones de personas, no le otorga ninguna legitimidad a la próxima Legislatura. Pese a ello la alianza del PRI, PV, PAN, PANAL y una parte del PRD constituirán un bloque neoliberal que llevará adelante las reformas estructurales que terminarán con lo que subsiste del llamado Estado de Bienestar.
La reformas fiscal para gravar alimentos y medicinas, la laboral para someter al proletariado a una explotación redoblada. Las reformas petrolera, educativa y del sector salud para poner todo en manos del capital privado, podrían consumarse gracias a la mayoría aritmética con que ahora cuenta Calderón en el Congreso de la Unión.
Una mayoría que no refleja la situación real de su gobierno que hoy está más aislado que nunca, tal como lo demuestra el análisis de los datos oficiales arrojados por la elección intermedia.
Sin embargo esa minoría que parece mayoría, podría avanzar y terminar de destruir al país, a menos que surja un potente movimiento popular que frene las reformas “sugeridas” por los organismos financieros internacionales que le sirven como pantalla al imperio gringo y al capital. Pero eso esta por verse en el desolador panorama creado por Calderón y sus aliados.
Otro tema al que le dan la espalda la clase política mexicana y el gobierno al que apuntalan es el de la crisis económica que todos los día esta a punto de superarse, “pausadamente” dice el michoacano, pero que se agrava en millones de hogares mexicanos.
La dramática caída de 9 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en el primer semestre de este año, el desplome de las remesas cercano al 20 por ciento; la disminución del 60 por ciento de los ingresos petroleros, el crecimiento de la tasa de desempleo que según la OCDE se ubicó en 6.1 por ciento, el incremento en los precios de los alimentos básicos mayor al 5 por ciento.
La cosa esta fea para la gran mayoría. El gubernamental Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo Social (Coneval), dependiente de la Sedesol, ha “descubierto” que el 50 por ciento de los mexicanos sobreviven con un ingreso mensual de mil 900 pesos (63 pesos al día) en las ciudades. Y en las zonas rurales con mil 282 (42 pesos por día). Cantidades con las que no pudo cubrir sus necesidades básicas de alimentación, salud, transporte, vivienda y educación.
Que en lo que lleva el sexenio de Fecalhin el número de mexicanos en pobreza patrimonial pasó de 46.1 millones a 50.6 millones.
Los datos que arroja el análisis basado en la Encuesta Nacional de los Ingresos y Gastos de los Hogares presentada por el INEGI el 16 de julio establecen que en 2008 (antes de que la crisis adquiriera los virulentos rasgos que hoy presenta) el 18.2 por ciento de los mexicanos padecía hambre o se hallaba en pobreza alimentaria y que el 65 por ciento de los trabajadores carecen de seguridad social.
Seguramente un estudio independiente y desde una perspectiva marxista arrojaría mayor luz sobre la desastrosa situación económica y social que el capitalismo de corte neoliberal ha creado en el país a lo largo de cinco lustros.
Lo que sí esta claro es que el grupo en el poder no tiene una estrategia para salir de la crisis. Simplemente esta esperando que las cosas mejoren en Estados Unidos, la metrópoli. Pero lo cierto es que de allá todos los días llegan malas noticias. Y aunque fuera diferente de lo que se trata es que los problemas de la economía y la sociedad mexicana se resuelvan AQUÍ en interés del pueblo mexicano. De ahí la urgencia de que los trabajadores, campesinos, pueblos indios, etc. Construyamos un proyecto nacional que ponga en primer lugar los intereses de la mayoría.
Pero sabemos que impulsar e imponer un proyecto de esa orientación no pasará por un Congreso espurio como el emanado de las pasadas elecciones.
Para conseguir un cambio de la economía será necesaria la lucha de clases, las movilizaciones de masas orientadas por un programa para el cambio social. Algo que no se atreverán nunca a llevar a cabo los partidos existentes que se hallan aliados al poder y al capital.
A las dificultades para la toma de conciencia de la necesidad de la lucha y la confusión que generan todos los interesados en mantener el control ideológico de los explotados hoy se agrega el fenómeno de la llamada delincuencia organizada. Hoy el país se halla convulsionado por el sangriento combate con el que el gobierno pretende exterminar las bandas de narcotraficantes, la poderosa y archimillonaria lumpen burguesía que surgió bajo el cobijo de los gobiernos priistas y panistas. Guerra que según datos oficiales ha costado más de 12 mil vidas sobre todo de jóvenes y se desarrolla en 17 entidades.
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