EL DESASTRE QUE NOS ALCANZÓ Y LA REBELIÓN QUE VIENE
Tomás Oropeza Berumen
México, 02.11.2008- Lo que dicen que será la crisis más grave en lo que va de la aterradora historia del sistema de producción capitalista, a 79 años de la que en 1929 desembocó en un ciclo de revoluciones proletarias fallidas, el triunfo del fascismo en Europa y el estallido de la Segunda Guerra Mundial, apenas comienza.
La mala noticia es que además de las terribles consecuencias que para los pueblos tendrá el crecimiento de la pobreza, desempleo, represión, concentración - centralización de la riqueza y un largo etcétera de calamidades, el sistema basado en la propiedad privada de los medios de producción y la explotación del trabajo asalariado, podría reorganizarse y continuar por mucho tiempo más, si es que el planeta resiste la depredación a que lo ha sometido desde su nacimiento.
Hoy se habla de que el neoliberalismo ya fracasó y del retorno de Keynes. Pero la realidad es que si los explotados no imponen su sello de clase a la alternativa que esta fraguándose lo que podría surgir es una nueva modalidad de Estado Benefactor (pero del capital en exclusiva) O alguna variedad de fascismo, como de hecho ya padecemos en México.
En el México Profundo, donde la política genocida de los gobiernos al servicio del capital siempre se ha sentido, se están presentando los síntomas de una rebelión que inevitablemente tendrá que estallar al cumplirse un siglo de la Revolución Mexicana (porque el gobierno y la clase dominante se han encargado de crear las condiciones para ello) pese a la militarización, que ni siquiera ha logrado mitigar la violencia del fenómeno narco.
La aprobación de la reforma petrolera en la Cámara de Diputados, donde sin consenso y sin discusión se votó la minuta enviada por los senadores, coloca a México en una de las situaciones más peligrosas de su tormentosa historia de lucha de clases protagonizada por campesinos, obreros y estudiantes contra el bloque dominante y sus representantes políticos en el gobierno, aliados todos siempre con las potencias imperiales.
Que en la nueva legislación petrolera se establezca la posibilidad de conceder a las compañías petroleras, en exclusiva, la exploración y explotación de los hidrocarburos y sus derivados, es una grave traición al pueblo mexicano. Algo que era de esperarse si se conoce la historia de los partidos políticos representados en esa instancia del aparato estatal.
Si bien fue importante que AMLO haya expuesto sus ideas en la cueva de Alí Baba, también es verdad que el tabasqueño ha ejercido y sigue haciéndolo, una política contradictoria e incoherente, pues no se le puede pedir a diputados y senadores surgidos de una elección fraudulenta, como fue la del 2006, el respeto a la Constitución, ni que antepongan el interés del pueblo mexicano al de las mafias políticas a las que pertenecen.
La coherencia lógica y política establece que si el ejecutivo fue impuesto como resultado de un gigantesco y burdo fraude electoral, la misma característica es extensiva para todos y cada uno de los integrantes del Congreso. Pues no es posible pensar que para el caso de diputados y senadores no se cometió fraude alguno. Por ello la exigencia de contar voto por voto para determinar quien había ganado la elección presidencial tenía que haberse hecho extensiva para todo el proceso electoral.
Desde una perspectiva de clase y conforme a la lógica, las reformas aprobadas por un Congreso ilegal -resultante de una elección turbia- tendrían que declararse ilegales y rechazarse.
La incorporación de un plan para defender la economía popular al movimiento en defensa de PEMEX, que se les presentará a los mismos que votaron contra la Constitución y a favor de la aprobación de la reforma petrolera privatizadora, también será ignorado por los representantes del capital, porque no pasará de una petición a quienes representan a los enemigos del pueblo a quienes se intentará convencer con palabras grandilocuentes de que implementen una serie de medidas que solamente un gobierno popular podría llevar a cabo. O bien, que sólo una enérgica movilización popular podría imponer al gobierno de facto de Calderón.
Ante la terrible situación que ya comienzan a vivir millones de trabajadores, campesinos, jóvenes sin empleo, víctimas de una política genocida impuesta con la violencia organizada desde el Estado bajo el mando de un sirviente del capital, no es posible limitarse en la lucha por imponer otro derrotero a la política económica y al futuro del pueblo, a mítines relámpago como el que planea llevar a cabo el tabasqueño cuando se anuncie la promulgación de la reforma petrolera, acción a la que parece que se reducirá lo que se suponía sería una gran batalla en defensa de PEMEX.
La realidad es que todo parece indicar que el movimiento encabezado por quien ganó las elecciones del 2006 ya se agotó, por quedarse en los estrechos y entrampados márgenes de una lucha legaloide y caudillezca, que fomenta el culto a la personalidad y la dependencia de las masas respecto al gran líder que las trata como menores de edad, que simula consultarlas y que se resiste a romper con quienes traicionaron al pueblo mexicano.
Y mientras este lunes los maestros del estado de Morelos realizarán una gigantesca manifestación para reiterar su rechazo a la Alianza por la Calidad Educativa (ACE) y el gobierno de Calderón sigue regalando a sus amigos empresarios y banqueros miles de millones de dólares de las reservas del Banco de México[1], la crisis económica más grave desde 1929 sigue avanzando en las calles, hogares y empresas, imponiendo a los chambeadores mayor explotación y peores niveles de existencia y de trabajo.
La crisis económica y social del mundo y de México puede ser la gran oportunidad para echar abajo al actual modo de producción e intercambio, pero uno de los primeros requisitos para comenzar es tener claro que este no caerá con plegarias, ni prendiéndole veladoras a San Expedito, un experto celestial de las causas desesperadas e imposibles.
Por último debemos respirar con tranquilidad, pues la Secretaría a cargo del hijo de papi en apuros, Juan Camilo Mouriño, niega que vaya a ocurrir un retorno tipo marabunta de mexicanos desde el atribulado y decadente imperio americano. La razón de que prefieran quedarse allende el Río Bravo es que acá las cosas están tan jodidas que preferirán seguir allá toreando al kkk y desempeñar los empleos más denigrantes, insalubres y mal pagados, esos que Fox aseguro que “ni los negros aceptan”. Y es que acá el secretario de seguridad del gobierno de “izquierda” del carnal Marcelo, Manuel Mondragón y Kalb, los podría correr a patadas, como amenazó hacer con los desnudos manifestantes de los 400 pueblos que tanto afean el horrendo DF, donde se implementa una especie chilanga y perredista de keynesianismo para los cuates de las constructoras.
[1] En tan sólo 17 días el Banco de México subastó 15 mil 496 millones de dólares para tratar de evitar la caída del peso. De esa cantidad, el 76 por ciento fueron recursos aportados por PEMEX a la reserva de divisas (20 mil 275 millones de dólares) Y a pesar de todo, el peso lleva una devaluación de 23.9 %. El BM y el gobierno de Calderón han guardado en riguroso secreto el nombre de los compradores de la divisa verde.
Tomás Oropeza Berumen
México, 02.11.2008- Lo que dicen que será la crisis más grave en lo que va de la aterradora historia del sistema de producción capitalista, a 79 años de la que en 1929 desembocó en un ciclo de revoluciones proletarias fallidas, el triunfo del fascismo en Europa y el estallido de la Segunda Guerra Mundial, apenas comienza.
La mala noticia es que además de las terribles consecuencias que para los pueblos tendrá el crecimiento de la pobreza, desempleo, represión, concentración - centralización de la riqueza y un largo etcétera de calamidades, el sistema basado en la propiedad privada de los medios de producción y la explotación del trabajo asalariado, podría reorganizarse y continuar por mucho tiempo más, si es que el planeta resiste la depredación a que lo ha sometido desde su nacimiento.
Hoy se habla de que el neoliberalismo ya fracasó y del retorno de Keynes. Pero la realidad es que si los explotados no imponen su sello de clase a la alternativa que esta fraguándose lo que podría surgir es una nueva modalidad de Estado Benefactor (pero del capital en exclusiva) O alguna variedad de fascismo, como de hecho ya padecemos en México.
En el México Profundo, donde la política genocida de los gobiernos al servicio del capital siempre se ha sentido, se están presentando los síntomas de una rebelión que inevitablemente tendrá que estallar al cumplirse un siglo de la Revolución Mexicana (porque el gobierno y la clase dominante se han encargado de crear las condiciones para ello) pese a la militarización, que ni siquiera ha logrado mitigar la violencia del fenómeno narco.
La aprobación de la reforma petrolera en la Cámara de Diputados, donde sin consenso y sin discusión se votó la minuta enviada por los senadores, coloca a México en una de las situaciones más peligrosas de su tormentosa historia de lucha de clases protagonizada por campesinos, obreros y estudiantes contra el bloque dominante y sus representantes políticos en el gobierno, aliados todos siempre con las potencias imperiales.
Que en la nueva legislación petrolera se establezca la posibilidad de conceder a las compañías petroleras, en exclusiva, la exploración y explotación de los hidrocarburos y sus derivados, es una grave traición al pueblo mexicano. Algo que era de esperarse si se conoce la historia de los partidos políticos representados en esa instancia del aparato estatal.
Si bien fue importante que AMLO haya expuesto sus ideas en la cueva de Alí Baba, también es verdad que el tabasqueño ha ejercido y sigue haciéndolo, una política contradictoria e incoherente, pues no se le puede pedir a diputados y senadores surgidos de una elección fraudulenta, como fue la del 2006, el respeto a la Constitución, ni que antepongan el interés del pueblo mexicano al de las mafias políticas a las que pertenecen.
La coherencia lógica y política establece que si el ejecutivo fue impuesto como resultado de un gigantesco y burdo fraude electoral, la misma característica es extensiva para todos y cada uno de los integrantes del Congreso. Pues no es posible pensar que para el caso de diputados y senadores no se cometió fraude alguno. Por ello la exigencia de contar voto por voto para determinar quien había ganado la elección presidencial tenía que haberse hecho extensiva para todo el proceso electoral.
Desde una perspectiva de clase y conforme a la lógica, las reformas aprobadas por un Congreso ilegal -resultante de una elección turbia- tendrían que declararse ilegales y rechazarse.
La incorporación de un plan para defender la economía popular al movimiento en defensa de PEMEX, que se les presentará a los mismos que votaron contra la Constitución y a favor de la aprobación de la reforma petrolera privatizadora, también será ignorado por los representantes del capital, porque no pasará de una petición a quienes representan a los enemigos del pueblo a quienes se intentará convencer con palabras grandilocuentes de que implementen una serie de medidas que solamente un gobierno popular podría llevar a cabo. O bien, que sólo una enérgica movilización popular podría imponer al gobierno de facto de Calderón.
Ante la terrible situación que ya comienzan a vivir millones de trabajadores, campesinos, jóvenes sin empleo, víctimas de una política genocida impuesta con la violencia organizada desde el Estado bajo el mando de un sirviente del capital, no es posible limitarse en la lucha por imponer otro derrotero a la política económica y al futuro del pueblo, a mítines relámpago como el que planea llevar a cabo el tabasqueño cuando se anuncie la promulgación de la reforma petrolera, acción a la que parece que se reducirá lo que se suponía sería una gran batalla en defensa de PEMEX.
La realidad es que todo parece indicar que el movimiento encabezado por quien ganó las elecciones del 2006 ya se agotó, por quedarse en los estrechos y entrampados márgenes de una lucha legaloide y caudillezca, que fomenta el culto a la personalidad y la dependencia de las masas respecto al gran líder que las trata como menores de edad, que simula consultarlas y que se resiste a romper con quienes traicionaron al pueblo mexicano.
Y mientras este lunes los maestros del estado de Morelos realizarán una gigantesca manifestación para reiterar su rechazo a la Alianza por la Calidad Educativa (ACE) y el gobierno de Calderón sigue regalando a sus amigos empresarios y banqueros miles de millones de dólares de las reservas del Banco de México[1], la crisis económica más grave desde 1929 sigue avanzando en las calles, hogares y empresas, imponiendo a los chambeadores mayor explotación y peores niveles de existencia y de trabajo.
La crisis económica y social del mundo y de México puede ser la gran oportunidad para echar abajo al actual modo de producción e intercambio, pero uno de los primeros requisitos para comenzar es tener claro que este no caerá con plegarias, ni prendiéndole veladoras a San Expedito, un experto celestial de las causas desesperadas e imposibles.
Por último debemos respirar con tranquilidad, pues la Secretaría a cargo del hijo de papi en apuros, Juan Camilo Mouriño, niega que vaya a ocurrir un retorno tipo marabunta de mexicanos desde el atribulado y decadente imperio americano. La razón de que prefieran quedarse allende el Río Bravo es que acá las cosas están tan jodidas que preferirán seguir allá toreando al kkk y desempeñar los empleos más denigrantes, insalubres y mal pagados, esos que Fox aseguro que “ni los negros aceptan”. Y es que acá el secretario de seguridad del gobierno de “izquierda” del carnal Marcelo, Manuel Mondragón y Kalb, los podría correr a patadas, como amenazó hacer con los desnudos manifestantes de los 400 pueblos que tanto afean el horrendo DF, donde se implementa una especie chilanga y perredista de keynesianismo para los cuates de las constructoras.
[1] En tan sólo 17 días el Banco de México subastó 15 mil 496 millones de dólares para tratar de evitar la caída del peso. De esa cantidad, el 76 por ciento fueron recursos aportados por PEMEX a la reserva de divisas (20 mil 275 millones de dólares) Y a pesar de todo, el peso lleva una devaluación de 23.9 %. El BM y el gobierno de Calderón han guardado en riguroso secreto el nombre de los compradores de la divisa verde.
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